Ahora que estamos sentados, tú a mi lado, yo a tu lado; Un banco, nuestra espera; Sus imperfecciones, su frialdad... Nuestra clemencia.
Sólo tú, sólo yo; Juntos, enlazados, semidesnudos... Nuestras miradas perdidas, cobijadas por los esquinados muros de las casas antiguas.
Pies descalzos; Nuestra transparencia, de un camino recorrido paso a paso, de un sueño propio, de un sueño alcanzado sin descanso.
En un lado tú, en el otro yo; Nuestros cuerpos se sienten sólo uno, con sus almas vivaces que comparte su aura sin pesar alguno.
¿Cómo pensar otra vida donde tú y yo no estemos juntos? Si somos complementos; Elementos de amor, elementos reactivos, que oxidan y reducen lo inexpresivo.
Tú y yo juntos; No distanciados, a pesar de los fenómenos que pretenden separarnos; El viento, la lluvia, el calor y la furia del ser humano. Olvidado nuestro pasado, el daño, las heridas... Ahora importa nuestro presente, nos ha de importar nuestro futuro, colmado de nuevas experiencias que no den cabida al infortunio.
Silencio interrumpido por el Homenaje a la Música, melodía de un violonchelo, que aviva nuestros anhelos, que desprende ternura; Melodía de la mujer que posa desnuda.
Deseo, pasión desbordada; Aspectos del amor, que supera nuestros cuerpos, atracción estelar, el big-bang de nuestro universo, tú cegando mis dudas, yo acabando con tú sufrimiento.
En el Callejón del Reloj, tú y yo con nuestra manzana prohibida; Yo tu Eva, tu mi Adán con la vista perdida, pensando en nuestro Edén; Soñando con nuestra huida.
La esquina, la morada de nuestra cita; Los adoquines testigos de nuestros pensamientos prohibidos, tú mi hombre, yo tu mujer y Agüimes nuestro paraíso.
Amanece amor; Yo junto a ti, tú a mi lado, tomando mi mano y protegiéndome con tu pecho desnudo, frente a los acontecimientos del exterior de nuestro mundo.
Mi cuerpo fértil, mi rostro sedoso, y mis ojos llenos de ti; Del hombre que me contagia de su pasión por vivir.
Ondulante los alisios intentan robar el secreto de nuestra unión, el que hace que estemos juntos sin mentiras y sin condición.
Rota por las desavenencias e incontinencias ajenas; Hoy ya estoy reconstruida; Gracias a ti mi amor, gracias a la compañía del hombre con quien permaneceré el resto de mis días.
1 comentario
Imar -
Ahora que estamos sentados,
tú a mi lado, yo a tu lado;
Un banco, nuestra espera;
Sus imperfecciones, su frialdad...
Nuestra clemencia.
Sólo tú, sólo yo;
Juntos, enlazados, semidesnudos...
Nuestras miradas perdidas,
cobijadas por los esquinados muros
de las casas antiguas.
Pies descalzos;
Nuestra transparencia,
de un camino recorrido paso a paso,
de un sueño propio,
de un sueño alcanzado sin descanso.
En un lado tú, en el otro yo;
Nuestros cuerpos se sienten sólo uno,
con sus almas vivaces
que comparte su aura sin pesar alguno.
¿Cómo pensar otra vida
donde tú y yo no estemos juntos?
Si somos complementos;
Elementos de amor,
elementos reactivos,
que oxidan y reducen lo inexpresivo.
Tú y yo juntos; No distanciados,
a pesar de los fenómenos
que pretenden separarnos;
El viento, la lluvia, el calor
y la furia del ser humano.
Olvidado nuestro pasado,
el daño, las heridas...
Ahora importa nuestro presente,
nos ha de importar nuestro futuro,
colmado de nuevas experiencias
que no den cabida al infortunio.
Silencio interrumpido
por el Homenaje a la Música,
melodía de un violonchelo,
que aviva nuestros anhelos,
que desprende ternura;
Melodía de la mujer que posa desnuda.
Deseo, pasión desbordada;
Aspectos del amor,
que supera nuestros cuerpos,
atracción estelar,
el big-bang de nuestro universo,
tú cegando mis dudas,
yo acabando con tú sufrimiento.
En el Callejón del Reloj,
tú y yo con nuestra manzana prohibida;
Yo tu Eva, tu mi Adán con la vista perdida,
pensando en nuestro Edén;
Soñando con nuestra huida.
La esquina,
la morada de nuestra cita;
Los adoquines testigos
de nuestros pensamientos prohibidos,
tú mi hombre, yo tu mujer
y Agüimes nuestro paraíso.
Amanece amor;
Yo junto a ti, tú a mi lado,
tomando mi mano
y protegiéndome con tu pecho desnudo,
frente a los acontecimientos
del exterior de nuestro mundo.
Mi cuerpo fértil,
mi rostro sedoso,
y mis ojos llenos de ti;
Del hombre que me contagia
de su pasión por vivir.
Ondulante los alisios
intentan robar el secreto de nuestra unión,
el que hace que estemos juntos
sin mentiras y sin condición.
Rota por las desavenencias e incontinencias ajenas;
Hoy ya estoy reconstruida;
Gracias a ti mi amor,
gracias a la compañía del hombre
con quien permaneceré el resto de mis días.