Bendice el hombre canario, a aquel que fuera su amigo; Compañero de labranzas, compañero de caminos.
Un animal, una bestia rústica y sombría... Una descripción muy opaca y frívola, por tu fidelidad y parsimonia.
Resistente tu albarda, cubre tu lomo desnudo, el que soporta las cargas, o el cuerpo de tu jinete único; El agricultor de Guayadeque; Por el que sientes admiración y respeto profundo.
Robusto y grisáceo animal, con mirada saltona y serena; ¡Cuánto trabajo! ¡Cuánta carga! Tú con tu paso firme y cansado, por caminos de lava, tierra, piedra y barro.
Orejas largas y afiladas escuchando la voz de tu señor, su silbido o sus cantares acompasados, con el ritmo de tu sereno y constante paso.
Cerca del Santo Domingo o la Plaza del Rosario... Tú, un animal cansado, tomando respiro, mientras que compra tu amo, para volver con él a casa por senderos abruptos; Por senderos escarpados aún no refinados.
Obsequios los de tu amo; ¡Dos terroncitos de azúcar! Los que te endulzan la vida; Que a tu parecer siempre es la misma.
No eres olvido, eres recuerdo; Eres historia de Agüimes, del pueblo del sureste que a sus habitantes catalogan de pocos y ruines.
Ayer muy demandado, hoy remplazado por los ingenios; El hombre es ambicioso en cuanto a su conocimiento, remplaza lo natural y lo tradicional acabando con la costumbre de este lugar isleño.
Late tu corazón; Corazón de sangre de fuego, del animal que año tras año sudó para favorecer a su dueño.
¡Bastante has trabajado! Hoy te toca descansar; Ya la vida ha cambiado, ya no tienes que madrugar, ya tu amo te reemplaza por la Línea Global.
¡Ay que tristeza la tuya! ¡Qué desconsuelo! Ayer tan requerido, hoy un entretenimiento, del turista que viene y sentado sobre tu lomo, ¡Quiere dar un paseo!
¡Rebuzna animal sagrado! ¡Lucha por tu existencia! Haz valer tus fuerzas ¡Agárrate a la naturaleza!
Descansa Burro con albarda pero no te rindas tan pronto, Agüimes te realza en sus calles y barrancos, negándose a tu abandono.
Aquí estas tú, un burro ya descansado, ansiando tomar los caminos, como en tiempos pasados, donde un hombre era tu amigo; Donde un hombre dirigía tus pasos.
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Imar -
Bendice el hombre canario,
a aquel que fuera su amigo;
Compañero de labranzas,
compañero de caminos.
Un animal,
una bestia rústica y sombría...
Una descripción muy opaca y frívola,
por tu fidelidad y parsimonia.
Resistente tu albarda,
cubre tu lomo desnudo,
el que soporta las cargas,
o el cuerpo de tu jinete único;
El agricultor de Guayadeque;
Por el que sientes admiración
y respeto profundo.
Robusto y grisáceo animal,
con mirada saltona y serena;
¡Cuánto trabajo! ¡Cuánta carga!
Tú con tu paso firme y cansado,
por caminos de lava, tierra, piedra y barro.
Orejas largas y afiladas
escuchando la voz de tu señor,
su silbido o sus cantares acompasados,
con el ritmo de tu sereno y constante paso.
Cerca del Santo Domingo o la Plaza del Rosario...
Tú, un animal cansado, tomando respiro,
mientras que compra tu amo,
para volver con él a casa por senderos abruptos;
Por senderos escarpados aún no refinados.
Obsequios los de tu amo;
¡Dos terroncitos de azúcar!
Los que te endulzan la vida;
Que a tu parecer siempre es la misma.
No eres olvido, eres recuerdo;
Eres historia de Agüimes,
del pueblo del sureste
que a sus habitantes catalogan de pocos y ruines.
Ayer muy demandado,
hoy remplazado por los ingenios;
El hombre es ambicioso
en cuanto a su conocimiento,
remplaza lo natural y lo tradicional
acabando con la costumbre de este lugar isleño.
Late tu corazón;
Corazón de sangre de fuego,
del animal que año tras año
sudó para favorecer a su dueño.
¡Bastante has trabajado!
Hoy te toca descansar;
Ya la vida ha cambiado,
ya no tienes que madrugar,
ya tu amo te reemplaza
por la Línea Global.
¡Ay que tristeza la tuya!
¡Qué desconsuelo!
Ayer tan requerido,
hoy un entretenimiento,
del turista que viene
y sentado sobre tu lomo,
¡Quiere dar un paseo!
¡Rebuzna animal sagrado!
¡Lucha por tu existencia!
Haz valer tus fuerzas
¡Agárrate a la naturaleza!
Descansa Burro con albarda
pero no te rindas tan pronto,
Agüimes te realza en sus calles y barrancos,
negándose a tu abandono.
Aquí estas tú,
un burro ya descansado,
ansiando tomar los caminos,
como en tiempos pasados,
donde un hombre era tu amigo;
Donde un hombre dirigía tus pasos.